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7) Considera como un don las objeciones y las contestaciones. Toda objeción acogida y afrontada con franqueza y serenidad, sin provocar el sentimiento de culpa y sin chantajear a quien la ha sugerido, hace crecer y profundiza la confianza de todos en esa confrontación. Además, ten presente que, en la dinámica de grupo, quien pone objeciones hace un servicio a la comunidad (¿recuerdas las dudas de Tomás, uno de los doce?): la aceptación de una decisión o de un punto de vista que acepta la confrontación y las objeciones, es más genuina, más duradera y operativa. Acoger una intervención agresiva significa pedir al interesado que exponga hasta el fondo su propio pensamiento y ofrecer las sugerencias para mejorar la situación. 8) Si se crea tensión entre dos participantes, no negar el conflic– to con frases hechas, evita mezclarte en la búsqueda de quién tiene razón y quién no la tiene, actúa de modo que cada uno clarifique los miedos y deseos que siente en la confrontación con el otro. 9) No te entusiasmes si no se presentan objeciones. Si tienes la sensación de que la -aceptación es pasiva y acrítica, intenta hacer surgir la duda y dar espacio a cualquier tipo de objeciones. Para evitar dificultades sucesivas, es útil darse cuenta, de modo particular, en la fase de actuación. 10) Un momento difícil en el el son los momentos de silencio. Hay varios tipos de silencios, o mejor silencios que tienen signifi– cados diferentes, por lo cual es útil habituarse a contextualizarlos; por ejemplo, al comienzo o durante el el, después de una interven– ción, etc. Si tienes en cuenta el contexto, será más fácil concretar significados. Anivel operativo, puede ser útil aprender a tolerar el silencio del grupo, sin dejarse llevar por el pánico que lleva a un excesivo intervencionismo o a cambiar de tema. Estar en silencio algunos minutos, en un el, debería ser una experiencia habitual: es un modo de concentrarse, para entrar en sí mismo, para reflexionar sobre las cosas escuchadas. 75