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Introducción Dos son los motivos que me han animado a escribir y publicar este trabajo sobre el Capítulo local (el). El primero es mi convic– ción personal de que en este momento en la Orden el el es un instrumento privilegiado y hasta insustituible para la renovación y revitalización de las fraternidades. El segundo es el siguiente: muchos hermanos de la Orden, sobre todo los ministros provincia– les de las diversas naciones y culturas, han pedido expresamente este "subsidio práctico" para la realización y desarrollo del el. Desde el Capítulo General de 1968, también lo hacen las Constituciones de los Capuchinos, se habla del el y se recomienda celebrarlo con frecuencia. Sin embargo, tenemos que reconocer que, aun después de 25 años de renovación, no en todas las comunidades el el es una práctica·normal. Algunos hermanos no han descubierto todavía, esta "novedad" y la bendición que com– porta para la vida de los Hermanos Menores Capuchinos. El ministro gerreral y los definidores generales, en sus visitas pastorales y fraternas a las diversas circunscripciones de la Orden, han insistido siempre en la utilidad y necesidad del el. Todos ellos, lo mismo que Fray Lázaro Iriarte, están convencidos de que del tener o no tener el el se puede reconocer si una provincia o fraternidad local es viva y está dispuesta, o no, a renovarse. Un punto importante de la visita pastoral es el análisis del el en las diversas fraternidades. En las cartas circulares el ministro general insiste continuamente en este problema. Sabemos que las dificul– tades que se deben superar son grandes. Pero estamos de tal modo convencidos de los aspectos positivos del el sobre la vida de los hermanos que queremos recordar a los superiores mayores y a los superiores locales que hagan todo lo posible para que el el sea un acto normal en las fraternidades. En la carta programática del 2 de febrero de 1989 se menciona expresamente el el. Tres aspectos son importantes en una fraterniad 3

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