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l. El Capítulo local como expresión legítima y concreta de nuestro carisma. 1.1. Las fuentes franciscanas hacen comprender cómo los primeros hermanos sentían la necesidad, no sólo de permanecer en una viva comunión con el padre de la Orden, Francisco y sus discípulos, sino también de tener vivo contacto unos con otros. Cuando volvían de sus peregrinaciones apostólicas al lugar de los hermanos, se sentían impulsados a comunicar sus experiencias a los otros hermanos. Por otra parte, ya existía el diálogo, cuando se teníanquerealizardeterminadostrabajosycumplirciertosapostolados. Las nuevas Constituciones sintetizan esta experiencia que siem– pre había existido en la Orden cuando, en el Capítulo sobre la fraternidad, dicen: "Dados unos a otros como hermanos y dotados de dones diferentes, aceptémonos mutuamente de corazón. Por lo tanto, donde quiera que estemos, reunidos en el nombre de Jesús, tengamos un solo corazón y una sola alma, esforzándonos por avanzar siempre hacia una mayor perfección. Y como verdaderos discípulos de Cristo, amémonos recíprocamente de corazón, lle– vando las cargas y los defectos los unos de los otros... Fomentemos el diálogo, entre nosotros, intercambiando confiadamente las experiencias y manifestándonos las necesidades. Además, estemos todos penetrados del espíritu de fraterna comprensión y sincero aprecio... Ayudándonos todos mutumente, según los dones dados a cada uno, incluso en los servicios que se deben prestar diariamen– te en nuestras casas" (Const. 84,1-2,6). En referencia al trabajo las Constituciones subrayan: "El trabajo de cada uno de los hermanos 31

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