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la vida de la Orden, olvidados hasta ahora. Querría ahora aludir, brevemente, a seis de estos aspectos ya que ayudan mucho a entender mejor el el. 1) Dignidad y libertad del hombre Tanto en la Iglesia, como en la sociedad, ·se ha tomado concien– cia de la dignidad única del hombre y de su libertad. Los padres del Concilio están convencidos de que la "obediencia religiosa, lejos de disminuir la dignidad de la persona humana, le da pleno desarrollo... Ellos (los superiores) guían a sus súbditos de modo que éstos, en el cumplimiento de sus propios deberes y en la toma de iniciativas, cooperen con una obediencia activa y responsable. Por lo tanto, los superiores escuchen gustosamente a sus religiosos y promuevan la unión de todas sus fuerzas para el bien del Instituto y de la Iglesia, aun permaneciendo firme su autoridad de decidir y mandar lo que se debe hacer (PC, 14)~ 2) Valoración positiva de los carismas Lo que se dice para los miembros de la Iglesia, en general, vale también para los religiosos: "Elmismo Espíritu Santo...' distribuye a cada uno los propios dones como le place' (lCor 12,11) y distribuye entre los fieles de todo orden gracias especiales, con los que les prepara y dispone a asumir los diversos trabajos y oficios, útiles para la renovación y extensión de la Iglesia, según aquellas palabras: 'a cada uno es dada la manifestación del Espíritu para utilidad común' (lCor 12,7). Y estos carismas, extraordinarios o más simples y comunes, como son adecuados y útiles a las necesidades de la Iglesia, se deben acoger con gratitud y agrado" (LG,12). Los carismas pertenecen a la estructura de la Iglesia de Jesucristo. Estos carismas no se límitan a los laicos en contraposi– ción de la jerarquía, ni a los religiosos en contraposición de los hombres en general. 12

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