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Gracia de trabajar 4 Es así cómo Francisco habla del trabajo porque no lo ve como castigo del pecado o dura necesidad para sobrevivir o, también, simple hobby para sentirse realizado, sino como "gracia", como don que Dios nos ofrece, como talento que debemos explotar con espíritu reconocido y alegre. Efectivamente, así se expresa en la Regla: "Aquellos hermanos a quienes ha dado el Señor la gracia del trabajo, trabajen fiel y devotamente" 5, y se complace grandemente de quien practica "con prontitud, humildad y alegría" un servicio en favor de los herma– nos 6 • Aun en el Testamento aflora este sentirse privilegiado por estar en condiciones de trabajar manualmente, él que, al principio, conocía sólo la actividad del comercio: "Y yo trabajaba con mis manos, y quiero trabajar; y quiero firmemente que todos los otros hermanos trabajen en algún oficio compatible con la decencia" 7 • Hablar de "gracia del trabajo" podría pasar como un modo cautivante y poético de presentar este aspecto necesario de la vida, pero no es así; para Francisco esta expresión tiene y descubre una teología bíblica de gran importancia: el trabajo aparece en dos dimensiones totalmente diversas, la dimensión de perfección y ausencia de pecado y la dimensión de trabajo en un estado de inocencia perdida. El primer modo es el mismo de Dios: "Mi Padre sigue trabajan– do y yo también trabajo" 8 , que también es el modo en que actuaba el hombre antes del pecado, puesto en el jardín del Edén: "para que lo guardara y lo cultivara" 9 • 4 Const 75,1; 77,4. s 2R 5; FF 88. 6 2C 46; FF 664. 7 Test 20; FF 118. 8 Jn 5,17. 9 Gén 2,15. 73

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