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Se dirá que ésta es la perfección deseable, pero que no se puede imponer; sin embargo, Francisco desmiente claramente esta acu– sación. Efectivamente, si alguna vez ha dado un precepto de obediencia tan circunstancial y duro, lo ha hecho precisamente en relación a este tipo de perdón, cuando escribe a unMinistro: "Todas las cosas que te estorbanpara amar al SeñorDios y cualquiera que te ponga estorbo, se trate de hermanos u otros, aunque lleguen a azotarte, debes considerarlo como gracia. Y quiérelo así y no otra cosa. Y cúmplelo por verdadera obediencia al Señor Dios y a mí, pues sé firmemente que ésta es verdadera obediencia" 21 • Por lo tanto, si nuestras actuales Constituciones tienen un mérito es justamente por haber centrado y puesto en evidencia estos tres puntos: que no hay verdadera pobreza que no nazca de la expropia– ción interior de sí mismo, que su efectiva presencia está compro– bad1:1. al manifestarse en la pobreza exterior, que una auténtica pobreza sabe salir a flote por símisma, sin necesidadde demasiadas interpretaciones: "En efecto, muestra pobreza individual y comu– nitaria, para que sea auténtica, debe ser expresión de una pobreza interior que no necesite interpretación" 22 • Síntesis a) La pobreza interior. b) La pobreza exterior. c) Autonomía de la pobreza. a) La, pobreza interior. Las Constituciones antiguas se preocupaban, con especial es– mero, en determinar todas las posibles formas de la pobreza material y su intención implícita era la de educar en el desprendi– miento de sí mismo a través del desprendimiento de las cosas. 21 CtaM; FF 234. 22 Const 60,3. 64

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