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de concentración y la "contemplación franciscana", que consiste primero en buscar, después en encontrar y, después, gozar de Dios en todas las criaturas. La contemplación "monástica" puede consistir en el desierto de olvidarse de símismo, para detenerse en algo esencial y simple que pacifica y apaga el espíritu, hacer el "vacío" dentro de tantas cosas inútiles que nos inquietan, pero un vacío que Dios no ha llenado todavía. Francisco conoce bien este peligro y quiere que seamos avisados cuando afirma: "Hay muchos que permanecen constantes en la oración y en los divinos oficios y hacen muchas abstinencias y mortificaciones corporales, pero por sola una palabra que parece ser injuriosapara sus cuerpos opor cualquier cosa que se les quite, se escandalizan y, en seguida, se alteran. Estos tales no son pobres de espíritu" 38 • En la práctica, Francisco ha intuido perfectamente en un herma– no "la apariencia de gran santidad", dedicado "continuamente a la oración", que "se inflamaba de la Palabra de la Escritura, después de la escucha, daba signos de una maravillosa dulzura interior"; el hombre que, en su retiro y silencio absolutos, se había encontrado sólo a sí mismo, no a Dios 39 • Pero quien franciscanamente sabe e intenta descubrir a Dios, presente en todos los acontecimientos, en todos los hombres, en todas las cosas, no puede engañarse ni a sí ni a los demás, cuando habla y hace ejercicio de contemplación. La contemplación no es otra cosa que "formación para la escucha de la palabra de Dios;formación ante las grandes obras de Dios en la creación entera y en la redención" 40 • En Francisco esta capacidad de admirarse está tan desarrollada 38 Adm 14; FF 163. 39 2<;:~2,28; FF 615. 4~ IVCP040 57

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