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a buenos y malos... Me ha escogido amípara confundir la nobleza, la grandeza, y la fortaleza, y la belleza, y la sabiduría del mundo, a fin de que quede patente que de El, y no de creatura alguna, proviene toda virtud y todo bien, y nadie puede gloriarse en presencia de El" 25 • Sin esta escucha particular o atención a lo que somos ante los ojos de Dios, oscilaremos siempre entre dos polos opuestos entre sí, pero igualmente negativos; aquella presunción del fariseo que atribuye únicamente a sí lo que hay de bueno y la desesperación de Judas que no da margen a espacios de recuperación y de salvación a nuestra mediocridad y pecado. La voz de Dios en el Verbo y en la historia de la salvación. Más que convencemos con nuestros razonamientos y reflexio– nes sobre lo qué hacer a este respecto, volvamos una vez más al ejemplo que Francisco nos ha dejado y nos ofrece. En cuanto a los misterios de la salvación él nos dice que "en asidua meditación recordaba sus palabras y con agudísima con– sideración repasaba sus obras. Tenfa tan presente en su memoria la humildad de la encarnación y la caridad de la pasión, que dif(cilmente quer(a pensar en otra cosa" 26 • Cómo en sus oídos o incluso en cada uno de sus sentidos resonase continuamente la voz de Dios que le hablaba mediante el Verbo, aparece en este estupendo fragmento que no necesita comentarios: "Bien lo saben cuantos hermanos convivieron con él: qué a diario, qué de continuo traía en sus labios la conversación sobre Jesús; qué dulce y suave era su diálogo; qué coloquio más tierno y amoroso mantenía. De la abundancia del corazón hablaba su boca, y la fuente de amor iluminado que llenaba todas sus entrañas, bullendo saltaba fuera. ¡Qué intimidades las suyas con 25 Flor 10; FF 1838. 26 lC 30,84; FF 467. 53

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