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acción. Se va al lugar donde moran los leprosos, y, según va dando dinero a cada uno, le besa la mano y la boca" 19 • Y así que es con los pobres con los que cambia los vestidos, percibiendo por instinto que el vestido roto contiene y enseña algo que la riqueza no posee 20 . Hasta el criminal, según la experiencia de Francisco, es ocasión de hacer nacer, fuera del corazón del que lo acoge, recursos antes desconocidos. Dice la Regla no bolada: "Y todo aquél que venga a ellos, amigo o adversario, ladrón o ban(i,ido, sea acogido benignamente" 21 • Y nos ofrece un ejemplo que nos deja aturdi– dos22. De igual modo, en la acogida misericordiosa del hermano pecador, se puede aprender más que estando en oración o en el eremitorio 23 . Escucha de la voz de Dios en lo íntimo de lo que somos. Mezclados de tanto bien y de tanto mal, nuestra enorme riqueza interior y nuestra inmensa miseria pueden llegar a ser instrumento de estrecha relación con Dios, escuchándolo aun en esto, para juzgarnos como él nos juzga. Bajo este punto de vista Francisco, intimando con el hermano León, habla de "la otra luz de contemplación me hacfa ver e/fondo deplorable de mi vileza y miseria. Por eso decía: ¿Quién eres tú, Señor de infinita bondad, sabiduría y omnipotencia, que te dignas visitarme a mí, que soy un gusano vil y abominable?" 24 • Aun la grandeza de los bienes recibidos llevaba a Francisco, como debe llevarnos a nosotros, al dador de todas las cosas: "Esto me viene de los ojos del Dios altísimo, que miran en todas partes 19 2C 5,9; FF 592. 2 º LM 1,6; FF 1037. 21 lR 7,14; FF 26. 22 LP 114; FF 1646. 23 CtaM 6; FF 235. 24 LI 3; FF 1916. 52

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