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conduzca al conocimiento real y profundo del hombre y a saber vivir juntos, esto es auténtica fraternidad. También la venida de un hermano, además de la alegría de tener un compañero más, debe ser "estímulo para renovarnos en el espíritu de nuestra vocación" 45 • Más que abundar en otras citas, basta leer este capítulo para encontrar la invitación constante, el impulso hacia lo nuevo, lo no experimentado todavía y lo más y lo mejor de la vocación aún no descubierto y todo eso ponerlo en práctica. Y a todo esto está íntimamente unido el tercer punto que ahora veremos. c) Vocación como contagio inevitable. La vocación, como la vida, es un bien que hay que transmitir, vale, por lo tanto, también para la vida religiosa el mandato que dice: "creced y multiplicaos". El empeño para que se extienda también a otros el privilegio de la llamada se expresa así: "Promuévanse cuidadosamente las diversas formas de pastoral vocacional, sobre todo en los ambien– tes más cercanos al espíritu de nuestra Orden" 46 • Pues bien, ¿cuál es este ámbito y este espíritu? Ciertamente lo que hemos visto como típico de Francisco, es decir, el ser persua– didos de la grandeza del don a nosotros concedido y del sentido de gratitud que debería tender a crecer y no convertirla en algo rutinario que se olvida poco a poco. Vivir en esta dimensión y en este espíritu hace inevitablemente de nuestra vocación un elemento de contagio. Esta expresión no está en las Constituciones, pero sí está el equivalente, que sintetiza muy bien la dinámica de promoción 45 Const 26,1. 46 Const 16, l. 44

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