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cano-capuchina. Si efectivamente, esta despedida falta en la Regla bulada, se encuentra, sin embargo, en el Testamento que se puede considerar como un apéndice de la misma, mientras está clara y abundante– mente en la Regla no bulada y en todas las ediciones de nuestras Constituciones. Esto, me parece, tiene un significado particularmente percepti– ble y evidente en el capítulo final de la Regla no bulada, donde parece que Francisco, olvidando los capítulos que prescribían esto y aquello, encuentra plenamente recogidos una serie de actos de estupor, de amor, de agradecimiento y alabanza a Dios, que son la fuerza más fiel y válida para lanzarlo a un servicio incondicional. Una vez más, conviene señalar éste como nuestro espíritu auténtico, nuestra firme persuasión, que las motivaciones ideales son, si logramos comprenderlas, más importantes y constructivas que las mismas leyes, entendidas como simple y pura ejecución de cuanto se prescribe. Así, nuestras Constituciones, comenzando por las de 1536, sienten la necesidad de concluir con un acto de fe, de oración, de invitación de carácter trinitario y cristológico, para recordarnos que, pues estamos consagrados en el bautismo a la Trinidad y por ella incorporados a Cristo, aquí está la fuente, el significado, el compendio de nuestra vocación cristiana y religiosa. Por lo tanto, mediante la lecturameditada del párrafo final (186) y haciendo de su contenido cristológico un hábito mental, estamos llamados claramente a hacer de Cristo el centro de nuestro pensar y de nuestro vivir de modo que, de forma menos clamorosa pero igualmente eficaz y verdadera, sea también para nosotros como para Francisco una experiencia de San Damián, de la que se dice: "Desde entonces se le clava en el alma santa la compasión por el Crucificado, y, como puede creerse piadosamente, se le imprimen profundamente en el corazón, bien que no todavía en la carne, las 140

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