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3. Fidelidad a la forma de vida a la que somos llamados. Nuestra vocación es consecuencia de nuestro asentimiento a la fe e implica el darse cuenta de que: "Dios pide cada día nuestra participación para llevar a cabo su proyecto de salvación" que nos estimula también a darnos cuenta de "lo comprometidos que estamos con Cristo, en virtud de nuestra profesión, ante el pueblo de Dios" 32 • Por otra parte, por nuestra propia llamada: "Esforcémonos, pues, por caminar dignamente y sobresalir más en la vocación a que hemos sido llamados" 33 y de empeñarnos asiduamente "con gozo en el ideal de nuestra vida, dedicándonos con ahínco a nuestra renovación" y "avancemos por el camino de la conversión juntamente con la Iglesia, que es renovada siempre por el Espíritu Santo" 34 • En lo que respecta a las leyes y prescripciones que regulan nuestra vida es necesario recordar, por una parte, cómo son avaladas y propuestas por la autoridad de la Iglesia 35 y, por otra parte, que "como es imposible dar leyes y estatutos para todos los casos particulares, tengamos presente en todas las actuaciones el santo Evangelio, la Regla prometida aDios, las sanas tradiciones y los ejemplos de los santos" 36 , que es lo mismo que decir, como lo hemos constatado más veces, que nuestro ideal es más amplio y comprometedor que el complejo de leyes que tratan de resumirlo e interpretarlo. e) Invitación a una visión trinitaria y cristocéntrica (despedida). El hecho de terminar la Regla y las Constituciones con una conclusión o despedida es característico de la legislación francis- 32 Const 182,1. 33 Const 182,2. 34 Const 182,3. 35 Const 183,1. 36 Const 185,2. 139
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