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impulsó aquellas iniciativas de la Iglesia, conocidas con el nombre de actividad misional, gracias a las cuales se anuncia el Evange– lio" 2 • Pero se debe añadir y las Constituciones lo hacen, que Francisco ha descubierto y ha hecho suyo un estilo de actividad misionera olvidado por otros y a veces confuso, con modos no evangélicos, como la propaganda y el proselitismo, con la pretensión de hacer y aceptar la verdad al sonido de trompetas, estratagemas y presio– nes; modos todos ellos claramente irrespetuosos, que lesionan la dignidad y son contrarios a la libertad con que el alegre mensaje debe ser acogido: "Los hermanos misioneros, amonestó San Fran– cisco,pueden conducirse espiritualmente entre los no cristianos de dos modos: que, sometidos a toda humana criatura por Dios, den testimonio de vida evangélica con gran confianza por medio de la caridad, y que, cuando vieren que agrada a Dios, anuncien abiertamente la palabra de salvación a los no creyentes para que se bauticen y se hagan cristianos" 3 • Hay una referencia explícita a la regla no bulada 4 , donde Francisco delinea nuestro modo de acercarnos a los no creyentes, modo hecho con humilde profesión de la propia fe, con rechazo de controversias irritantes que sirven solamente para hacer irritar a las partes en litigio en sus respectivas posiciones, con anuncio obliga– torio del Evangelio cuando los oyentes tengan una cierta disponi– bilidad a la escucha, y en todo caso, con sumo respeto al otro, al que se mira como criatura de Dios. Es el programa más equilibrado, más moderno e inteligente que aún hoy se pueda formular y conforme al respeto de la conciencia ajena, de la que la civilización moderna tanto se enorgullece, aunque luego se desinteresa de la misma como Pilato 5; este 2 Const 174,3. 3 Const 175,1. 4 lR 16,5; FF 43. 5 Cfr Jn 18,39. 133

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