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son suyos, y démosle gracias por todos ellos, ya que todo bien de El procede" 20 , "dichoso el siervo que restituye todos los bienes al Señor Dios, porque quien se reserva algo paras(, esconde en s( mismo el dinero de su SeñorDios, y lo que creta tener se le quitará" 21 Uno de estos bienes que se deben guardar como particular maravilla y que se deben tratar con todo respeto es el cuerpo humano: "Repara, ¡oh hombre!, en cuán grande excelencia te ha constituido el Señor Dios, pues te creó y formó a imagen de su querido Hijo según el cuerpo y a su semejanza según el espíritu" 22 • Estamos exactamente en las antípodas -pero con la conciencia de poseer un gran privilegio- respecto al comportamiento sexual que nace del deseo y del orgullo del poseso. Este elemento, para una iluminada pedagogía de la castidad es tan esencial, que está propuesta puntualmente y perfectamente centrado en nuestras Constituciones que, en sus párrafos en este capítulo, reclaman tantas veces la castidad como "don". Efectivamente, existe para todos el constante peligro de volver, sobre todo inconscientemente, al sentido de la castidadcomo carga inherente a la profesión de la vida religiosa, jamás asimilada completamente en su fin genuino, sino, incluso, sintiéndola como algo ingrato y casi imposible de observar. Asimismo existe el peligro de hacer de la castidad un punto de honor sobrellevándola sólo con las propias fuerzas. En el primer caso, la castidad aceptada pasivamente lleva fácilmente consigo inconvenientes y peligros como "el tedio de la vida, la soledad del corazón, el amor a las comodidades, las compensaciones indebidas o la morbosa repulsión de la afectivi– dad" z3. 20 lR 17,17; FF 49. 21 Adm 18,2; FF 168. 22 Adm 5,1; FF 153. 23 Const 170,1. 130

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