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actitud de espíritu, todo lo demás, recomendado por las Constitu– ciones, seguirá con espontaneidad y exigencia natural. Ante todo, los hermanos que se le confían no serán jamás considerados como un instrumento para conseguir unos fines, aunque positivos y nobles, sino personas a las que hay que acercarse y tratarlas con el mayor respeto, de modo que, cuando éstos, a su vez, se den cuenta de la atención de que son objeto, estarán dispuestos a obedecer prontamente en una competición de mutua donación: "Guíen a los hermanos confiados a ellos como a hijos de Dios, respetando a la persona humana, de modo que ellos obedezcan voluntariamente" 28 • Si se crea esta atmósfera, el precepto de la obediencia será raro y nunca tendrá el sabor de un acto de fuerza, sino que tenderá a subrayar el valor de lo que se pide 29 ; ejemplo de obediencia la que pide San Francisco en la Carta al ministro 30 • Con genuino espíritu de servicio el responsable de la comunidad debe pedir a los hermanos lo que es más natural de su propia vocación, y el modo más positivo de solicitar esto es de proponerse él mismo como modelo de lo que a pide a los otros: "Los ministros, debiendo dar cuenta a Dios de los hermanos que les han sido confiados, presidan sus fraternidades con caridad, poniéndose de buen grado como ejemplo de las mismas" 31 • Esta era una de las razones que impulsaba a Francisco a hacer el bien y, en efecto, confesaba: "Por esto, tengo que darles siempre buen ejemplo; máxime teniendo en cuenta que para eso les he sido dado" 32 • Empeñado seriamente en el primer y fundamental deber del superior tener "solicitud por los hermanos y cuidado de todas las 28 Const 159,2. 29 Const 159,3. 30 CtaM 1; FF 234. 31 Const 157,1; 61,3. 32 LP 117; FF 1648. 120
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