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que quiere el hermano prelado; no solamente cuando ha escucha– do la voz de éste, sino incluso cuando ha conocido su deseo" 19 • Pero la sensibilidad e intuición de Francisco en el sentirse identificado con la voluntad de Dios no termina aquí. Según el último pasaje que hemos citado, uno podría sentirse, efectivamen– te, metido en aquella perfecta obediencia sólo porque "pide" todo lo que le viene mandado por el superior. Y, sin embargo, ni siquiera esto agota la capacidad de donación de nosotros al Señor. Lo que personalmente nos parece bueno y que precisamente otros hermanos no lo han pensado. sino que clara– mente no es contrario a sus intereses y a su bien, aun esto, para Francisco, es un espacio de verdadera obediencia 20 • Esta sugerencia es asumida también por las Constituciones de tal modo que se expresan así: "Es también verdadera obediencia cuanto de bueno haga el hermano con recta intención y de propia iniciativa, consciente de que ello no es contra la voluntad del superior ni en detrimento de la uniónfraterna" 21 • En este ofrecimiento de nosotros mismos, hecho por iniciativa propia, el grado más alto de obediencia es para Francisco el entregarse a la evangelización de los infieles unido al deseo del martirio 22 , quizá, porque de este modo, uno se exige a sí mismo lo que el Padre ha exigido a su propio Hijo. Síntesis a) El servicio pastoral de los ministros (Art I). b) La obediencia caritativa de los hermanos (Art II). 19 lC 17,45; FF 400. 2 º Adm 3; FF 148. 21 Const 165,2. 22 2C 112,152; FF 736. 118

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