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Este método de llegar a ser "leones preparados para todo", en el campo del apostolado; esta necesidad de "reformar el espíritu" y "absorber desde el principio la savia espiritual", para después "reservar para los otros el fervor que nos quema" es lo que los primeros capuchinos han reencontrado ejemplarmente y han retomado y actualizado en la vida y, por lo tanto, codificado en sus estatutos: "Se exhorta a los predicadores a que impriman en su corazón las huellas de Cristo bendito y a darse en posesión pacífica y por redundancia de amor a El; sea El quien habla en ellos, no sólo con las palabras sino mucho más con las obras, a ejemplo de Pablo, doctor de los gentiles, el cual no osaba predicar cosa alguna si antes Cristo no obraba en él" 8 • Y esto sigue siendo válido si tenemos la sensibilidad de darle toda la importancia que merece el factor clave de nuestro apostolado también hoy: "Procuren los hermanos, con sumo empeño, grabar en sus corazones la Palabra de Dios, que es Cristo, y entregarse totalmente a El como posesión suya, para que El los impulse a hablar por abundancia de amor. Así predicarán al mismo tiempo a Cristo con la vida, de obra y de palabra" 9 • Dado el valor determinante de este principio se propone ulte– riormente con esta recomendación: "Los hermanos, dedicados por cualquier motivo al apostolado, unifiquen su vida y su acción en el ejercicio del amor a Dios y a los hombres, que es el alma de todo apostolado" 10 • De todos los aspectos ideológicos y prácticos que se afrontan en este capítulo noveno sobre el apostolado, algunos son difíciles de entender y traducir y también de ponerlos en práctica; pero otros para ser realmente actuados con auténtico espíritu franciscano– capuchino, necesitan aquella interioridad y crecimiento en el amor de Dios que hemos visto que es la clave de nuestro apostolado o, 8 Const (1536) 112; Cfr C. CARGNONJ: Italia Francescana 53(1978) 6. 9 Const 148,3. 1 ° Const 154,1; 145,7. 109

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