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En cambio este colono, graduado repetidamente en invasiones de tierras, víctima a su vez para todas las coimas de los burócratas del Ierac, está protestando: - Nosotros tenemos ley, padrecito, ellos son salvajes no más. VIAJANDO ALREDEDOR DE SÍ MISMOS Hay jóvenes en el llamado occidente que llegan por aquí a la búsqueda de sensaciones desconocidas. Los cansinos circuitos turísticos no están hechos para su bolsillo o su ánimo, es más barato y emocionante ser descubridor; si uno quiere serOrellanael siguiente se imaginala reencarna– ción de Marco Polo por estas latitudes. Son, en fin, almas hechas a la medida de los guías de medio pelo que rondan turistas por Misahuallí. - Míster ¿quiere conocer indios salvajes?, ¿le gusta la selva virgen, dormir en la montaña y observar a los animales? (Ahora la ecología es buen negocio, como antes la pesca o cacería, esta vaina de gringos cambia mucho de afición, a poco no saben lo qué quieren). Yo le preparo todo, comida, canoa, cama; soy nativo, amigo de los aucas, ésos que matan petroleros y misioneros. ¿Quiere fotografiarlos? Con frecuencia ese cebo resulta apetitoso y sólo cuesta 30 dólares diarios. No parece abusivo para una sensación irrepetible. Asíles pareció también a estos tres: dos canadienses, un alemán. Después pasó que el motor se rompió enseguida por el río Shiripuno, el guía no se orientaba en la selva y, ~gustiados por salir, siguieron a un huao estando a punto de morir exhaustos, hambrientos, en plena selva. Ciertamente una sensación desconocida. En el programa turístico no constaba la obligación de cruzar aguajales con el agua a la cintura, dormir ateridos, caminar con el horror de las serpientes o la segura compañía de los tábanos y quedar, en fin, en manos de un huao samaritano que les enseñó a subsistir a base de pepas silvestres. En muchos momentos 96
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