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promesas?: "Llegará un día en que no tendrán que preguntarme ¿qué hemos de hacer?, porque pondré mi espíritu en su corazón y todos ustedes serán profetas". Influidos por esa inspiración nuestros pastores un día llamaron alagente "pueblo sacerdotal",mas fue unmomento de debilidad; enseguida les retiraron palabra y voto. Llegaremos a eso, dicen ahora, pero ¡para rato hay caldo!. Desde luego ningún apuro. Alguien asegura que el Espíritu llega incluso aEcuador pero en valija diplomática, como debe ser; para uso exclusivo del Sr. Nuncio. De forma que cuando le propusimos a esa eminencia algunos nombres criollos para .que de entre ellos eligiera a nuestro futuro pastor, nos preguntó que clase de pájaro nos lo había soplado a la oreja. Por descontado no el Paráclito, lo sabía porque desayunaba a su mesa. En fin, para qué seguir. En la Iglesia hemos hecho del viento de Pentecostés un soplo; un cirio del fuego que venía a abrasar la tierra; y de las lenguas populares plagadas de ardientes profecías un entendimiento diplomático. ¿Quién teme al Espíritu? LA VIDA EN LAS RAÍCES Dicen los que saben que la infancia es la isla del tesoro. Después, la vida ejerce de pirata y saquea incesantemente ese filón. Pero todas las semillas estaban allí, esperando la luz y el agua de los afios para ser amistad o sabiduría, raíz de odio o tronco de ternura. También sabemos que cada otoño la savia siente la llamada de su infancia y acude a las raíces para encontrarse con el alma única que allí espera. Más tarde, identificada con su fuente, esa sangre vegetal pone un nombre inequívoco a cada árbol en su primavera: cedro, guayacán, yutso o tangarana... Sería bueno que el hombre conseivara esa memoria. Que volviera cíclicamente al árbol de la ciencia delbien ydelmal de supropia vida, con 83

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