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DE CIERTAS PRISIONES Quito tiene otro aire, limpio, seco, frío; llega desde los neveros y se afila por los pajonales del páramo. Viniendo de la selva amazónica, ¡qué sensación de aire liberado! Por acompañ.ar aunos viajeros españ.oles llego aOtavalo de mañ.anita, cuando está azotado por la lluvia y la suciedad a partes aparentemente iguales. Es sábado, día de feria. Hace añ.os que no veía esto y, no sé si por ventura, algunas cosas han cambiado. Hay una plaza nueva de mercado, más carros ymontonón de turistas. Pero a la vista está que la pobreza no descansa. Los pordioseros no sólo no desaparecieron sino que toda la venta parece tener un cierto aire de mendicidad. Las artesanías indias se ven asaltadas en las calles por la competencia de las desvergonzadas basuras de la producción plástica. ¡ Qué cinismo y miseria tiene este rostro del progreso! Aquí se muestra en toda su belleza el patio trasero de la civilización técnica y el desagüe de su producción; las nobles industrias de los indígenas quedan aherrojadas por esamontaña de detritus coloreados. Me voy, entristecido, a Cotacachi; dejo a mis acompañ.antes absortos por los precios del cuero y sigo hacia Cuicocha. Trepo al cerro desafiando la música loca del corazón. Nada es demasiado para contemplar esta oscura maravilla del lago en prisión. Es tan bello que el tiempo, en ese momento, me abandona. ALGUNOS OBISPOS SON HUMANOS Por estar en Quito en la presentación de CRÓNICA HUAORANI no pude asistir al Aniversario de Inés-Alejandro en Coca. Por radio aseguran que tuvo emoción y sentido. Aquí también celebraron esta tarde una misa 78
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