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SUPERMÁN CAYÓ SIN CRIPTONITA No hace mucho José Miguel y yo llegamos ante el comisario de Coca. Habíamos visto a dos runas en la cárcel golpeados hasta en el paladar. El representante de la ley oyó nuestros reclamos con un sincero asombro, al fin dijo: - Oigan, vamos a conversar como hombres, a calzón quitado. Esto no es Europa, ni España. ¿Cómo creen que se hacen acá las investigaciones? Anuestros policías no les gustahacer los pastusos, ir por ahí preguntando para que unos vivos se les burlen. Aquí vale la autoridad, investigamos de otra manera: ¡agarramos a los sospechosos y les caemos de una sola! - O sea les torturan. - Vea padrecito, ¿usted cree que estos manes contestan cuando se les sonríe? Yo le digo que no, son gente dura y hay que asentarles la mano, no queda otra. - ¿Y si se confiesan culpables sólo para no recibir más palos? - Perdone si se lo digo fracamente, de cojudos harían eso. Quedarían fregados con toda razón. Ya, ya veo que a vos le parece mal este método pero es que todos tienen alguna falla. Se lo puedo asegurar porque de esto sabemos un rato. Por la radio me dicen ahora que los celosos policías de Shushufindi investigaban días atrás a un muchacho moreno a quien yo conocía. Lo debieron hacer a conciencia pues en una sola noche lo reformaron de tal forma que pasó amejor vida. Cuando entregaron el cadáver a sus papá los policías aseguraron dos cosas a su parecer evidentes: el joven había robado una motosierra y, para colmo de males, en su última conversa con la ley lamentablemente le había fallado el corazón. Después pudo verse que el negrito tenía, entre otras escoriaciones y mataduras, un generoso agujero en el cuello. Conlo cual quedabacumplidamenteexplicadoel fallo cardíaco. Al muchacho le llamaban Supermán, contaba 23 años. 77
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