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Momentos Es una luna femenina, esquiva, misteriosa. Se asoma al balcón de un alto ceibo sobre el Aguarico y su hennosura se esparce como una niebla tentadora sobre las cosas. Es una mujer que emerge del costado íntimo del mundo, su mirada revela el aspectomás dulce yoculto de la tierra. Ahora, también la noche se hace acogedora y brilla cálidamente el aspecto femenino de Dios. "El mundo está cambiando" Dice el viejo secoya al observar la irregularidaddel clima yrecordando el desusado verano que padecimos. Le escucho mientras me pregunto: ¿hasta dónde sospecha o conocen esta verdad? Ventean el aire con la sabiduría del animal selvático preparado para la más simple estrategia: atacar o huir. Nunca domesticarse. La selva es eterna e inabarcable, más allá de ella nada puede imaginarse como no sea el sin sentido. Le escucho desde muy lejos. Su mundo se diluye como la bruma matutina en la ribera. Han nacido para vivir en un territorio ancho, sin acosos. Dios entregaba la tierra con generosidad, nadie exigió títulos de propiedad y el indio la amaba tal como era: conociendo su fortaleza, pero también su extrema fragilidad. Por tanto, cuidaba de no explotarla hasta el agotamiento. Vivir, entonces, era errar libres como águilas por un amplio territorio ancestral. El pretérito. pesaba poco más que una nube sobre el río y el futuro no era necesario calcular. Siempre el hoy eterno. Todo parece derrumbarse en este tiempo. El indio no es Dios y sus espíritus poco pueden ante la devastación de los invasores. Su instinto presiente el cerco agobiante. La selva ya no es infinita. ¿Les provoca el sábalo? Si tengo que describir la alimentación de los indígenas, les diría: me parece tan rica enproteínas como en abstinencias. Mas hoy la suerte cucó el ojo: me brindaron un sábalo ahumado. Vds. no le hagan ascos a su 71

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