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como en el día séptimo; latierrabuena. Reciénsalidadelasmanos deDios. Porque sólo los ojos enamorados son los de un creador. La vida está en otra parte Al llegar aBianá las chozas sionas nos reciben silenciosas como nidos de pájaros emigrados. Veníamos a traer la fórmula mágica para la resistencia yel futuro: la escuela, laorganización. Pero lavida está enotra parte. En el poblado queda una abuelita que apenas acierta a balbucear: "hombres chichando; borrachos están". ¡Qué maravilla! He aquí una isla de naúfragos felices que no tienen prisa en ser salvados. ¿Quién no envidia a la cigarra? Confeniae entregó aesta comunidadunmotor fuera-borda después del sismo del 87. Fue estupendo. Los sionas pudieron por fin ir como locos a por huevos de charapas lejos de aquí. Descender el Aguarico, remontar el Cuyabeno, el Aguas Negras... vivir de nuevo sin fronteras obedeciendo a una profunda llamada. Muy pronto el motor se dafió yno hubo plata para repuestos. Los indios lo clavaron en la ribera sin volver a mirarlo. Ciertamente ese artefacto costó medio millón de sucres -piensa la hormiga- yllevamucho tiempo almacenar esos granos. El viajero oye esa voz sapiencial, le otorga la razón quemerece, ¡yenvidia abiertamente a la cigarra! Por su parte el FEPP otorgó a estas gentes un muy favorable crédito para el hato de ganado comunal. Por eso ellos tumbaron un buen claro de selva, sembraronpotrero y soltaron a.Q.í su pequeña vacadapensando que, si el venado sabía cuidar de sí mismo siendo tan chico, de gana sería quedarse por ahí guardando las vacas. Luego resultó una pantera negra por el lugar matando los chivos. Los sionas observaron con un poco de desprecio a ese ganado tan impotente para la defensa de sus crías y salieron de cacería tras la fiera. No la vieron y, al regreso, bebiendo la dulce chicha reían acada ratomás, sinacordarseparanada de los créditos. 68

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