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PRESENTACIÓN Residente enlaMisióndesde octubre de 1984, afinales de ese afio envié la primera crónica sobre la consagración episcopal de Alejandro Labaca. Desde entonces y hasta diez aííos después fueron publicándose en OPI frecuentes entregas aunque sinperiodicidad exacta. Surgían al ritmo de la necesidad o posibilidades del momento. Las crónicas eran tanto una encomienda de algunos compaííeros que deseaban ver reflejada en la revista interna algo del quehacer misional, cuanto un ejercicio personal de reflexión sobre un entorno sorprendente y enigmático. Escribí para intentar comprender lo que a mi alrededor sucedía. Nunca tuvieron otra pretensión. Por tanto las crónicas son, más que una descripción diaria de sucesos, índice de alguna de mis más queridas obsesiones. Al recogerlas ahora del OPI puedo comprobar hasta qué punto reflejan un mundo interior pequeño, cerrado, pobretón. De ninguna manera pueden considerarse el auténtico reflejo de la Misión de Aguarico, en todo caso la imagen deformante (cóncava, convexa) de mi particular espejo; dicho de otro modo, el color del cristal con el que miro. Resulta evidente el tono frailuno de esta literatura pues procede de un fraile y a ellos está dirigida. También es obvia su voluntad de localismo. La vida nacional ecuatoriana aparece más que todo como referencia explicativa, contraste o telón de fondo donde .se representa el drama selvático que cuenta con actores y argumento propios. El eco del mundo internacional apenas es perceptible fuera del que opera precisamente en la región. Pasé los tres primeros aííos en Shushufindi y el último de la decena en Coca, ambos poblados de ambiente colono. Las crónicas espigadas de esos tiempos las he recogido bajo el título LA SELVA CONQUISTADA y están en su mayoría protagonizadas por mestizos. Sin embargo hay también reflejos de pueblos indígenas (shuar, cofán, huao, siona, secoya) a quienes comenzaba a acercarme con enorme fascinación. En este 5

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