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1987 DIEZ GOLPES DE SANGRE TUVO Y SE MURIÓ DE PERFIL (García Lorca) (Recordando a Alejandro Labaca, obispo, capuchino, misionero). A veces la muerte hace justicia a la vida. Alejandro fue un hombre prudente, tenía sensatez para regalar. Mas le brotaba una dulce veta de locura, su amor a los indígenas no era del todo sensato. Era de quienes podían dejar las noventa y nueve para ir a buscar sus minorías. Alejandro era tan cuerdo y más que cualquiera otro religioso, pero pocos le recordarán por eso. La sensatez le habría hecho vivir largos afios de una existencia sinmayor relieve. Ahora, en laúltima apuesta, apareció su moneda más auténtica; con la muerte se acufia el perfil definitivo. La utopía pudo en él más que el cálculo y lo hará vivir largamente. Ha caído un misionero, cuando algunos discuten si los hay. Alejandro era un árbol fuerte, enseriado a éxodos sucesivos: saliendo de sí mismo, de su cultura y de su patria. Pionero en las fronteras más críticas. Dispuesto aequivocarse, pero no a renunciar a abrir caminos. He aquí la indeleble rúbrica de una vida con los golpes duros de las lanzas: doy fe de que he vivido. No partió solo. Inés, tal vez la hermana que mejor le comprendió, estuvo a su lado. Alejandro seguirá surcando en buena compafiía los ríos misioneros. 66

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