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de aquí. Es algo confuso su papel; según entiendo, hace de camello y, cuando la ocasión lo requiere, de pistolero. Confiesa en voz apenas audible, varios asesinatos con una asepsia que me maravilla; sería necio exigir tampoco en esta cuestión arrepentimiento pues salta a la vista que, a su entender, por más brusco e inconveniente que parezca, sólo es un oficio hecho con el único fin de alimentar a su familia. Cualquiera otra consideración queda fuera de lugar. Además la Iglesia sigue empeñ.ada en exigir para el matrimonio únicamente una "fe latente". Así que, porla fidelidad que se prometen; a imagen del amor que Cristo tiene a su Iglesia; por la fe que profesan y la limpieza de sus costumbres; preguntándoles si están dispuestos a aceptar los hijos que Dios les dé - asunto muy importante en los tiempos romanos que corren- y a educarlos cristianamente; admitimos a estos creyentes en la asamblea cristiana como marido y mujer hasta que la vida los separe. Tendrá trabajo Dios para escribir derecho con trazos tan torcidos. Ojalá nos perdone. 10 11 • Asombro que no juicio ¡Cómo resplandecen en la injuria de la vida de estas gentes ciertas cualidades humanísimas: compasión, naturalidad, independencia, bon– dad! Como las milagrosas flores de los cactus en el desierto homicida. Otra vez a caballo, de regreso, me asombro de su resistencia y sé que no he superado la superficialidad en mi breve convivencia. Me regalaron limones dulc~s y un pollo, su incomprensible respeto y la tenaz esperanza que defienden contra toda apariencia. Por dfas me acompañ.aron su cariñ.o y la desazón de los izangos. 64

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