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las y sombreros tejanos hacen la ronda a la plaza dificultando el cuele. Por otra parte, y dado el insuficiente nivel artístico alcanzado por los de luces, la empresa ofrece para hoy: ¡¡Actuación de los mejores toreros payasos TORTUGUITA Y LECHUGUIN! ! Además habrá banderillas de lujo donadas por bellas damitas de la localidad. Una banda de música amenizará los festejos. ¡Precios populares, dos niñ.os con un boleto! Payasos toreros Las corridas suelen dar inicio a las cinco en punto de la tarde; pero esto es el Oriente ecuatoriano. La hora del paseíllo será a las dos. Los del lugar vagan por los aledañ.os del coso sin decidirse a pasar por taquilla. Nos devora el sol desde un cielo oscuro. Aunque prometida, la banda no aparece como no se quiera nombrar así ese parlante que lanza sin cesar marciales pasodobles. A esos sones vemos surgir de entre el gentío una estampa sacada de un libro de época: es el teniente político pertrechado de altas botas de cuero, amplio sombrero tejano, chorrera espumosa por el pecho... Dice el Temerario: - No hay modo de traer los toros, la carretera se puso lisa y no quiere arriesgar su ganado el dueñ.o. - ¿Cómo no? Ahorita voy yo y me traigo los dos toros apalabrados, el retinto y el colorado. Viendo la remolonería del público que no pica en taquilla, la empresa decide tirarla casa porla ventana, rebaja la entrada a lamitad (100 sucres) y exhibe entre el público a sus dos estrellas: Tortuguita y Lechugín. Éste es un espigado mozo, algo descoyuntado de ademanes, que viste falda de lunares, pechos aparentes y aparatosos afeites de mujer. Las peludas pantorrillas al descubierto y unas astrosas zapatillas le añ.aden más descuido que ambigüedad a su disfraz. Por la facha salerosa y abigarrada, Tortuguita es sin duda la figura de 38

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