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desterrados o aventureros, hades para el crujir y rechinar de dientes. Por tanto era un profundo mar espumoso y verde sobre el que hacia los años 60 se cernían las avionetas de Texaco y los militares. Dijo el gringo: - Eso tiene buena pinta; perforemos ahí abajo. Yen la entraña virgen brotó un sostenido chorro de pútrida pestilencia. Se frotó las manos el gringo, descorchó champán pues vio que era petróleo, dio una copita al general nativo y brindaron. Ése fue el día primero. Después dijo el gringo: -Vamos, carajo, muévanse. Ábranme trochas por toda lamaldita selva para poder perforar. Yasí fue. Enormes máquinas nunca vistas, ejércitos de empalizadores negros, llenaron de cicatrices el pacífico vientre del bosque que sintió sus entrañas succionadas por cientos de pozos negros. A aquella viscosa sangre oscura que manaba de los tubos el gringo la llamó cielo, riqueza del país, desarrollo; los generales criollos no cesaban de cortar cintas de inauguración de nuevos pozos, diciendo: - Todo está bien. Así pasaron varios días. Mas por los carreteros abiertos en el infierno verde se vinieron los pobres del país, asediados por la sequía y la miseria. Los dioses estaban disfrutando de su cielo y apenitas prestaron atención a aquellos apestosos condenados. Todo lo más dijo el general: - Ya, déntresen no más. Trabajen duro, pero bien separadítos unos de otros; se los prohíbo los poblados y escuelas, que son ustedes unos sabidos y enseguidita se malean y se me amontonan o se dedican al trago. Los campesinosperdidosen inhóspitas soledades, talaron y machetearon a su aire y un día que los dioses salieron volando a tomar el fresco por el jardín vieron, asombrados, que aquel infierno producía toda clase de plantas y frutos. El gringo se dio un capón en el cogote por no haber calculado bien la utilidad de aquel basurero y dijo al general que siempre 17

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