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Dios, qué impotencia, qué ira sin objeto. Por las anchas grietas de las paredes se vienen incontables, las arenillas y acecharán a su tiempo, el calor, la alevosa humedad, aeste cuerpomartirizado. Escucho esa sombra de voz largo rato; unjo con óleo las manos y frente desangradas. Lolita comulga trabajosamente hechizándome siempre con sus ojos empavo– recidos que jamás se rebelan... - Quede en paz, Lolita. En un ratito la hermana Alma le viene trayendo algo que le calme el dolor, ¿ya?, le veré prontito. - Gracias, padrecito, disculpará la pobreza; HISTORIA SAGRADA DE UN MARTIRIO Manuel y Lolita acudieron al pródigo Oriente desde sus míseras tierras serranas cuando los lotes estaban repartidos. Hubo alguien que les cedióunas buenas hectáreas de cultivo por poca plata y allí se afincaron, levantando la casita de pambil ytumbando elmonte para poner su cafetal. Tres años bien jodidos hasta que el cafetito se asoma a las ramas dando para vivir. -Pero entonces el amo del terreno vino diciendo que debían abandonar– lo; la ley lo amparaba. En esas puso en su mano la escasa plata que le dieron tres años atrás y los botó de su hermoso cafetal. Ahí Lolita ya se quedómalaporlos desprecios y, conmuchos ruegos, D. JuanTelelemales fue dando dos hectáreas para cultivar banano y poner su casita. Hubo que llevar la esposa aQuito y allí pasó un año en hospitales, dejó todita la plata y aún tuvo que vender su herencia natal de la sierra para contentar a los doctorcitos. Sin operarla, ni apenas darle atención, la botaron desahuciada, sin calmantes ni medicamentos, a morir. Meplatica todo esto D.Manuel conunaextraña lejaníaen los ojos, con el gesto derrotado de los pobres que saben ser carnaza pennanente delos vivos. Golpeándome, suenan los versos verdaderos de Juan Santos: 15

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