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manco. La realidad ecuatoriana con sus hirientes aristas que tan bien conozco, si brilla aquí es por su ausencia. Se trata, pues, de una representación placentera, amable, con algunas sugerencias de reforma personal. "Aquí nos vemos las mismas personas que en El Bosque" (el nombre alude aunos selectos almacenes), dice Luis Javier. Por supuesto, se trata de los ámbitos exclusivos de una clase; Dios nos hizo imágenes suyas y, en cuanto podemos, cada uno recreamos el mundo a nuestra imagen y semejanza: Parecida distancia a la existente entre la Dolorosa y una comunidad cristiana del sur, resulta la de El Bosque e Ipiales. Acá están todos los invitados ala boda y no fue necesario salir a buscar por los caminos gente de cualquier ralea para llenar la sala. Como en el caso de las fragancias, aquí ciertos olores humanos perdieron sus aristas, su violencia; esto es un club y nada parece turbar su tranquilidad violeta. ¿En donde están los profetas? ¿guarda esta iglesia algún parecido que permita identificarla con aquellas primeras catacumbas de conspirado– res? ¿o viene a ser, mejor, como un ecológico refugio contra el srnog actual de la increencia? No sabría responder con propiedad, no obstante algo parece evidente, es una iglesia contraria a cualquier extremo. No seamos negativos, también aquí hay profetas, sólo que son cortesanos, del sistema. Los más necesarios, adecir de los curiales eclesiásticos romanos. El catolicismo tiene aquí mucha barra y cada afición conserva sus preferencias; ésta de buen tono funciona a través de un "marketing" bien ensamblado, un espectáculo amable, una llamada individual a la concien– cia que exige sin molestar. Los feligreses siguen en unas hojitas el guión de la misa. En este club los socios, como sucede en el nuestro, no son analfabetos, pero es que aquí, además, saben leer. Termina el guión con algunas informaciones; escoja– mos una: la colecta del domingo anterior ascendió a415.980 sucres. Esto también es para mí una novedad; aunque no siempre fue así, ahora me parece tan admirable dar de lo que sobra como de lo que falta. Posiblemen– te lo primero es aún más difícil, pues es pasar por el ojo de la aguja. Jesucristo dijo la mitad de la verdad, la viuda da de lo que no tiene, cierto; pero es muy improbable que una viuda o un pobre dé cuando comienza a 131

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