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EL ARCA NAVEGA DE NUEVO Este fin de septiembre prestamos los salones de Coca para una magna convocatoria hecha a dos manos, ecologistas y organizaciones indígenas (extremidades tan evangélicas que apenas sabe una lo que hace la otra). Pero también hubo en el arca parejas de otras especies, tales como trabajadores de los sindicatos petroleros, representantes campesinos del área, dirigentes sindicales nacionales y un corto etc. Las misiones no fueron invitadas, excepto la nuestra, al menos para ceder el arca por tres días. Los ecologistas eran de dos especies, nacionales y extranjeros; es decir, los que ponen la pasta y quienes prestan el pico o cardan la lana. En fin, no voy a pormenorizar que luego reclamanpor alusiones; pero no hará falta encarecer la complicada convivencia o diálogo en el arca, especies y lenguajes tan diversos la convertían por momentos en caja de grillos. Pero al fin todo ello no es de tanto interés como estar atento al signo de este tiempo, o en otras palabras, vemos dentro de una partida quizá decisiva donde las piezas se mueven con progresiva urgencia, ¿dónde pondremos las nuestras? Pues no pocas veces los agentes de pastoral suelen estar tan cabecimetidos en los afanes de cada día como para no levantar cabeza, otear el horizonte, observar los brotes nuevos, como hacía el nazareno, las señales de los tiempos. Por eso lamáxima actividad puede coincidir con el más absoluto desconcierto. Cegarse en las ocupa– ciones diarias viene a ser, coincidiendo con su extremo, equivalente a la estúpida huida del avestruz ocultando su cabeza en la arena. Indios y ecologistas, como era de esperar, no se pusieron de acuerdo a la primera. Se acabaron los patriarcas en estos tiempos democráticos y cada cabra tira aquí a su monte más querido. Además el diluvio se ha complicado mucho; se abrieron las cataratas del cielo y están lloviendo sobre la Amazonia petroleros, madereros, langostas en forma de colonos, necesidades nacionales; también otras ácidas lluvias llamadas intereses geopolíticos, hallazgos de biodiversidad y un ciento de catástrofes natu– rales. El arca se engolfa enmil mares o problemas procelosos (utilicemos de paso la misma palabra para describir su interior, donde los golfos 127

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