BCCCAP00000000000000000001195

como limitada estamos siendo en realidad muy modestos, somos casi insignificantes; nuestra única virtud ilimitada es probablemente la igno– rancia. Dentro del avión admiro el espectáculo de las distinciones. Puede el vuelo durar media hora o todo el día, algunos pasajeros sienten en todo caso la necesidad de mostrar su diferencia. Por ello la jaula va dividida en clases: 'vip', especial, primera, turista. Promocionarlas diferencias socia– les es un signo de progreso. ¿Por qué?, me pregunto. Tal vez incentiva el consumo, hay un prestigio indiscutible otorgado por la abundancia de bienes. Al mismo tiempo se condena como perteneciente al pasado cualquier distinción étnica, cultural. Aquello es progreso, esto estanca– miento; futuro y pasado; bienestar y caverna. La clase popular del avión va arebosar, en las otras sus escasos ocupantes utilizan los asientos vacíos como camas. Eso es civilización también.· Ser indio, aceptar el hecho de la diferencia, resulta vergonzoso, pero más que nada inútil socialmente hablando; por el contrario, poder demostrarlo incluso en las cuatro horas de un viaje, da prestigio, ayuda ala industria nacional, engrandece al país. Lo aseguran todos los oráculos. PLANOS DE CIUDAD De Paraguay sólo puedo contarles lo imaginado, en verdad no salí de una sala de reuniones. De regreso al aeropuerto pasamos junto alos restos de una reducción franciscana, ruinas de la ciudadceleste. La iglesia resiste todavía los agravios del tiempo, aguantan en pie los muros de tierra prensada e incluso lamadera labrada de sus techados. Ocupa el centro de una amplia plaza que la cerca con sus soportales, pues todo en ese tiempo se dirigía o reducía ala centralidaddelmisterio cristiano. Todas las calles llevan a Dios, poderoso imán de las más variadas energías de aquellas gentes. Se trata en verdad de una reducción; los indios debían sentirse presos 125

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz