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su cartera de negocios; entre diversos infonnes técnicos veo la Biblia. Y me digo que si la pureza me parece demasiado, ¿cómo será esto de confundir las churras con las merinas, las perlas con los gorrines y a Dios con los infinitos rostros de Mammón? Volamos camino de Emaús, ¿quién nos explicará los jeroglíficos de esta escritura? EL OBISPO INTELECTUAL Más vale tentarse la ropa y andar con pies de plomo en estas cosas de la jerarquía, que los puipurados son muy suyos, les tocas un pelo y ponen el grito en el cielo donde tienen las espaldas bien cubiertas. Quiero pues curarme en salud, poner a salvo mi alma, advirtiendo que para este comentario me atengo a lo publicado en la revista Vistazo, Nº 599, agosto 14/92. En ese papel, a partir de la página 36, consta un reportaje titulado: Mons. Juan Larrea Holguín, El obispo intelectual. La entradilla reza así: "obispo de las Fuerzas Annadas durante la década pasada, actualmente arzobispo de Guayaquil y firme candidato a Cardenal, es uno de los juristas ecuatorianos más importantes de las últimas décadas". Si a lo dicho le afiadimos que su excelencia pertenece alaObrade Dios, sabremos a qué atenemos ante el diluvio que viene. Cuando el periodista le pregunta si sus orígenes aristocráticos, sus aires intelectuales, no le convierten en alguien vanidoso, exclusivo y poco sociable, responde tras una carcajada: "¿Quién puede estar más con la gente que quien cultiva el intelecto?". Cosa tan evidente que no habrá un sólo mono (así se dice de los habitantes de su diócesis) que deje de atestiguarlo. Pero lo bueno viene después y de tal calidad, tan perlas o margaritas son sus dichos, que me siento un chanchito a quien de gana se quiere regalar con finezas semejantes. A ver cómo les sienta a ustedes. 121

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