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Como todas las deidades, ellos crean su propio mundo aislándose progre– sivamente de los humanos; dentro de esta cápsula sólo se oye inglés. El cielo está lleno de tormentas (negras nubes hechas de electricidad, agua o hielo y saltos) que el avioncito esquiva con aletazos asustados. Para combatir el miedo el piloto nos brinda canciones del oeste americano que estos jefazos corean como en una peli de vaqueros. Maxusnos quiere arrendarunaporciónde la isladePompeya yalgunos misioneros se ofenden porla deshonesta proposición, como si nos hubiera metido mano o quisiera compramos el alma. A este gringo pelirrojo que palmeaenel saloondel avioncito lo conviertenenMefistófeles. Me parece demasiado: ya salió elbendita seatu purezaola imagendel dragón. Frailes y monjas nos sentimos en estas lides S. Jorge, sólo que las historias de ahorano son tan lineales como las vidas de santos olas películas de héroes. Así pues nos cerramos en banda, damos calabazas a cualquier proposi– ción, porque ya se sabe lo que buscan siempre estos hombres; cerramos el cinturón de castidad con siete llaves, renunciamos al mundo, la carne y el pescado... para ir luego a pedir un pasaje aéreo, ambulancia para un herido, útiles escolares para las escuelas esquilmadas, vacunas para los huaorani y la Biblia en verso para cada una de las necesidades que hacemos nuestras. Total, estamos hechos un lío. Las religiosas acaban sus ejercicios espirituales con A. Amunárriz y vienen a debatir este caso, ¡qué complicados ahora estos ejercicios temporales! ¡Qué linda la vaina esa de los signos de los tiempos, siempre que sea hablar de ellos dentro de los amplios campos de babia! Pero se trata ahora de caminar en un campo minado por las trampas y, equipados con un croquis de ignorancia, elegir forzosamente entre Guatemala y Guatepeor. Quien vuele en este pájaro azotado por las tormentas será tenido por amigo de borrachos y pubiicanos, acusado de pagar el tributo al César y no cumplir las leyes de la pureza ritual. Todo ello pesa aún en nuestra conciencia, todavía tememos más la impureza que la esterilidad. Vuelvo la vista atrás, releo algunas páginas de mi vida y me veo contaminado de limpieza; antes morir que pactar, proclamábamos en los 70. ¿Y ahora?, ¿qué hace un fraile como yo en compaftías como éstas? El gerente deMaxus, devoto bautista, viaja ami lado, en el suelo está abierta 120

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