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-Almenos yo no las tengo. Avecesmi mamá se escandaliza porqueme apeno por una enfermedad de Lauramás que de las guerras ymuertos de cada día, tal como aparecen en la televisión. Así es desde luego, no tengo por qué ocultarlo; he de confesar que mi madre es una sentimental un poquito a la antigua. Quite un egoísmo del corazón del hombre, limpie y barra la casa interior, para que termine siendo posada de otros demonios más indesea– bles y divertidos. Expulsamos uno y vienen legión. Morada de dioses y diablos segúnlos indios, somos tambiéngaleríade espejos de feria, vidrios deformantes, incapaces de reflejar otra realidad que la de nuestras limitaciones. Ni Dios parece estar a salvo de esta absurda barraca. El perrode cadauno termina siendo, no sólomás entraí\able sino considerado superior en inteligencia a cualquier prójimo demasiado extraí\o e in– cordiante. Un poco más y preferiremos a los árboles, pues hasta Laura resultará molesta cuando envejezca o enferme. Los vegetales son de máxima dignidad y discreción. Y si nos dan malos ratos aún nos que– darían los minerales. LAS MALAS COMPAÑÍAS Y LOS OVNIS Dime con quién andas, nos advertían hace una vida cuando las compaí\ías definíannuestro ser. Alos frailecillos nos hanponderado tanto el poder corruptor de ciertas gentes que nos dejaron por un lado alerta hasta el escrúpulo, por otro con muchas ganas. Temor y fascinación dándose la mano, en muchos casos demasiado ruido para tan pocas nueces. Ser puro (por favor sin chistes fáciles o groseros sobre cigarrillos) era un ideal trabajado hasta la extenuación; en ese campo ninguna vigilancia era excesiva. Hasta el duermevela se miraba con lupa, ¿habré consen– tido? Después hemos sabido que ciertas formas de pureza se parecen demasiado a la escrupulosidad, a la estrechez, y ni siquiera son ingenuas, 118
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