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sargento Puga, responsable de Lagartococha, había sido muerto a pistola por el jefe de la guarnición peruana. A primeros de agosto el mayor Escalante, almando del destacamento, convoca alos civilesenRocafuerte para defender la patria. Estuvimos en las trincheras tres días; recuerdo cómo el teniente Lituma, después general, nos brindaba cigarrillos. Tras ello nos llama el jefe político, Manuel Ignacio Rivadeneyra, junto a Escalante, para decimos: "todo está en paz, pasó el peligro y por tanto pueden regresar a sus casas". Al despedimos el mayor Arias Cox confesaba su desacuerdo con aquella orden, él hubiera preferido que nos quedáramos. Con lo que pasó después este acto nos sonó a traición. En la madrugada del día 11 de agosto escuchamos el tiroteo, sin embargo no duró. La población civil comenzó de inmediato a salir, excepto algunos hombres que se unieron a los soldados en la defensa y fueron los únicos machos. Las mujeres, niff.os , chimbaban hacia lo que después se llamó isla Ballesteros y de allí al otro lado del Aguarico para emprender la huida a pie. Entretanto la guerra se acabó antes de comenzar. Pocos días después el comandante peruano decía en la finca de los Llori, bajo la bocana del Yasuní, ¡ "No imaginábamos que tomaríamos laplazade Rocafuerte en 15 minutos!". Hubo algunas ráfagas de ametralladora, pocas muertes y mucho egoísmo de parte de los unifonnados. El mayor fue el primero en saltar, ¡sálvese quien pueda! Escalante ordenó a Cox, Lituma, el doctor y el dentista que fueran a ofrecer la rendiciónpor falta demuniciones; todos ellos fueron hechos prisioneros enPantoja. Muy pocos soldados quedaban echando bala, con ellos civiles como Rafael Valdez o el moreno Balleste– ros, oriundo de Esmeraldas. Este puñado de valientes fueron cercados, algunos muertos, y otros, como Ballesteros, heridos. Este moreno se negó incluso a ser curado por los peruano& y murió finne. Más tarde se dio su nombre a la isla y al puesto militar que hoy día guarda para Ecuador la bocana del Aguarico. Escalante y Manuel l. Ribadeneyra son la otra cara de la moneda. El mayor huye mientras unos pocos de los suyos sacaban pecho, el jefe político le ayudaba en la maniobra. Exigieron puesto en una canoa que partía llena de mujeres y niños hasta el punto de que poco después, por 108

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