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jodida en esos afios. Para remontar el Napo a palanca se hacía un mes y hasta dos según fueran sus aguas, después se echaba pata de Puerto Napo a Papallacta durante una semana bien jalada. Pasar Guanamí a lomos de unamula flaca como el hambre, por encima de los cuatromilmetros, entre nieves y vientos que hacían olvidar el habla, no era jornada para gentes de poco aliento. En la sierra conseguí queso viejo, de ese parmesano, tan pasado estaba que casime lo regalaron. Más tarde eso y alguna otramercancíame dieron los primeros centavos. Después fui patrón de indios, me casé en el 35 y entré en tratos con los judíos de Iquitos. La casa Kan me fiaba para mi gente 6 u 8 canoas de mercadería que habían de ser pagadas con la producción del afio. No se usaba el dinero, ni siquiera firma ninguna, bastaba lapalabra yel trabajo. Conmis indios saqué leche huayo (especie de caucho) por el rfo Yasumí, el Tiputini, e incluso el Aguarico. La retrocarga en mi mano y las escopetas en las de los peones eran nuestra carta de presentación en las tierras de los aucas. ¡Qué tiempos aquéllos para gentes bravas! Todavíame rfo cuando oigo hablar de las fortunas de entonces. Paisano, aquí nadie hizo fortuna, eso sí, se vivía bien, mejor que ahora. Teníamos mando y buenas cosas: ceiveza alemana, jabones ingleses, camarón y galletas, todo extranjero, de la mejor calidad. Vida tranquila cuando uno no estaba en el monte, por allí las cosas eran de otro color. Como es obvio, en un recorrido al vuelo sobre su vida, el patrón de indios escoge algunos hilos de la trama abandonando al olvido los demás. A un interlocutor desconocido, misionero como agravante, no va a contarle asuntos de mujeres sucesivas (el salto de mercachifle a patrón lo dio mediante unmagnífico braguetazo con la hija del gran Vargas Torres, por entonces llamado Rey del Napo; con la mujer le llegó la hacienda Nueva Armenia y sus indios deudores, un buenpartido); tampoco hablará de sus peleas con los capuchinos redentores de indios. ACamilo le llamó fascista aunque terminaron haciéndose compadres. - ¿ Y las autoridades? - ¡Ah, eso ha sido la mayor plaga del Oriente! Desde García Moreno 104
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