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lazarillo, postrero patrón de indios y martillo de herejes-misioneros. Personaje, en fin, escapado a hurtadillas de una novela barojiana. - Cuando yo contaba 13 atios apareció por aquellos montes mi tío indiano yle faltó tiempo para decirle asu hennana, mi madre, "¡mándame a éste rapaz para Cuba, a mí me faltan hijos y te sobran a ti bocas a la mesa!". No le faltaba razón, por eso poco después me vi embarcado, solo en una enonne nave carguera pues mi tío había viajado ya; iba yo con la cabeza enlas nubes hacia una isla desconocida. Éstaes la punta del ovillo, paisano, el carrete lleva corriendo 92 atios. Voy con el siglo, nacf en enero de 1900, hace un rato no más. Suelta la risa D. Pando como una bandera (los indios nunca pudieron pronunciarCrespo y se quedó enPando, el nombre que los runas dan auna especie de gato salvaje) y, si bienme parece increíble, noto entre su acento ecuatoriano las inconfundibles cadencias de las gentes asturianas. - Para contarte mi vida, paisano, necesito algunos días, resultaría un cuento largo por demás, tampoco es para decirlo todo. Tiene páginas que mejor será olvidar o dejarlas para alimento de los gusanos, que tarden todavía algún tiempito en hacer boca (se ríe con tantas ganas de vida que no se le adivina ciego tras las grandes gafas de vidrios negros). Llegué al Oriente el atio 30ymi propós~to e_ra recorrer elAm,azonas, conocerBrasil y acabar enMaracaibo de donde me habían contado historias alentadoras. Pero me topé por acá con unos catalanes, los Roig, patrones de Huiririma, masones al igual que su encargado, un gallego bien instruido. Había además en el antiguo Rocafuerte, junto al Aguarico, un teniente político ecuatoriano que me convenció para instalanne allí. Así lo hice, comprémi primera casa por 10 sucres. Fueron los últimos centavos que vi en varios ai'ios. Por ese entonces no se conocía aquí el dinero, ni siquiera se lo veía. La primera guarnición ecuatoriana llegó en 1933, ellos traían algunos billetes, pocos desde luego porque siempre andaban al áltimo suspiro. Los ai'ios siguientes me convertí en mercachifle, estuve sumando los centavos uno a uno, no se daban prisa en llegar. En comer no gastaba porque todo lo tenía en la ribera; en ropa poco, que cuando llevaba pantalón no gastaba calzoncillo. Viajé tres veces a Quito, caminata bien 103

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