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do una más cabal idea sobre la capacidad de abstracción de algunos indígenas. Nosotros lo podemos observarenla enigmáticacabeza cerámi– ca. Una cara aplanada a fuerza de comprimir su frente desde la infancia entre tablillas de chonta. "Cabeza chata" les apodaron los primeros cronistas, "deforme y alargada como mitra de obispo". Exageraron un poquito, si bien es cierto que esa frente huidiza y prolongada da pie a tal parodia. En realidad, ellos querían ser a imagen y semejanza de su antigua deidad,' que había pasado su juventud entre los hombres allá cuando existían otros mundos, y sólo las persecuciones humanas le hicieron ascender a la tierra de arriba. Ahora aparece como un astro de aspecto mudable y luz fría que nosotros llamamos luna; astro rector del tiempo, de la vida secreta de las cosas, los vegetales y los hombres. Cuento mi vida porfases de luna. Planto, cazo, oro, pesco, corto la madera, siguiendo el espíritu cambiante de las lunas (verde, tierna, adulta, madura). Caras, corazones, vidas lunares. ¡Cómo se confunden y son una sola la superstición y la sabiduría!, ¿quién se atreverá a definirtodas las fases enla luna del corazón indígena? Todavía hoy es un misterio ese pleamar de sus mareas de entusiasmo o el bajamar de una incomprensible sumisión. (Escribo en los días en que los indios dePastazamarchan sobre Quito). Astro delas sombras que camina por su propio sendero de lodo, luz amiga del rocío que apacienta la sed de la tierra abrasada por el sol. Mujer-luna persiguiendo en la noche a los cazadores, insinuándose porla selva, llamando a sus amantes, llamando... Todavía hoy existe un grupo indígena del bajo Napo con el nombre de MAi JUNA, esto es, los seres humanos, los astros. Y esa mujer de barro muestra su rostro lunar adornado por una pintura brillante de estrellados rasgos puntiagudos. La vida humana es también astral, no en vano esas luminarias fueron gente como nosotros o deidades de los mundos primi– genios o, si se las mira bien, aún se puede observar que su fugacidad consiste en su condición de pájaros volando por los oscuros árboles del cielo nocturno. Los astros guardan nuestra suerte en sus cartas misterio– sas, orientan los caminos de los andadores, señalan la marea de la vida en plantas y animales, son, finalmente, la expresiónmás acabada de la futura tierra sin mal, la de la vida interminable. 88
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