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Sé de su valor, estrategia y fuerza dentro de la selva, pero desde aquí ¡parecen tan vulnerables! Me gustaría seguir volando en tomo, como imantado, por esa casa-estela de energía primitiva, lugar de culto de una terrible independencia. Lo siento como un homenaje de asombro, pero sé que es una agresión. Por tanto, decidimos regresar. Los tagaeri siguen vivos, aunque cada vez más y más apretados en la isla de su territorio. ¿Serán expulsados de ella y convertidos en náufragos verdes vagando algún tiempo por un mar desconocido?, ¿morirán en defensa de su loma, se rendirán a la atracción de la comida blanca o los metales desconocidos?, ¿acaso algún otro huao podrá hacer de mediador en esta deshonesta batalla? La avionetaeleva su vuelo yya podemos vislumbrar otravez, alo lejos, el aire incendiado yhumeante de la civilización al acecho. Hay que decirlo, esto es una derrota para todos. CARAS DE LUNA "El viaje era al más allá y no al museo, pero en la vitrina del museo la momia aún aprieta en su mano seca su saquito de granos". Ernesto Cardenal l. El viaje era almás allá, pero resultó muy corto; entre nosotros ahora se disputa la tierra como un hueso, ni siquiera la de los muertos está a salvo. En esta ocasión fue un monstruo implacable el que arrancó los secretos del pasado, un ave de rapiña escarbando en busca de crisálidas, en fin, mucho más prosaicamente, un tractor convirtiendo la selva animada en pista de aterrizaje. Sucedió en Limoncocha, la antigua Capocuy de los primeros mapas amazónicos. Cerca de esa bellísima laguna que aún conserva la tensión de ballesta, imagen de una curva del 83

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