BCCCAP00000000000000000001194

para Petroecuador y el público de Tame. Sobrevolamos el comando militar de Coca y allí se veían otros pájaros (de tal mal agüero para los huaorani como el nuestro) dispuestos a volar, avionetas y helicópteros. En el trayecto pudimos observar todavía otros, de parecida especie, posados en pistas petroleras. Es decir, los tagaeri están más cercados que los soldados de Sadat en la Madre de todas las batallas; hay excesiva gente nueva en la zona, vale decir demasiado tomate para tan pocos huevos. Enseguida se sobrevuela la llamada "carretera de los aucas", vía propicia a los ataques colonos y escenario de sus mayores gestas. A 400 metros de altura sobre el terreno arrasado se puede observar la magnitud de su acometividad; la vía petrolera sirve de retaguardia, lugar de aprovisionamiento o logística, de ahí parte la conquista internándose 4, 8 ó más kms. por ambos flancos. Cuentan con una táctica simple, terrible– mente eficaz, la de la tierra arrasada. Con este verano interminable que sufrimos, los colonos se enardecieron y las enormes hogueras, las llamas que danzan a lo largo de kms. en lo que fuera el reino de las aguas, dan fe de nuevas, definitivas, conquistas. Millones de árboles u organismos vivos llenan el aire de humo y desolación durante más de 100 kms. Para este día el Presidente Borja ha escrito una de sus más sentidas fábulas conservacionistas para declamarla ante los aburridos contertulios de Manaos; los políticos son quienes más sufren sus propios cuentos, se los saben todos, pero tienen tablas de cómicos viejos y pueden repetir la misma obra mil veces si tienen espectadores. En este momento desgrana el prócer las últimas novedades: "la Amazonia es el pulmón del universo y nuestro más sagrado patrimonio que, intacto, legaremos a las futuras generaciones, tenemos una histórica responsabilidad de la que no vamos a abdicar... ", etc. Con el terrible calor, el humo y las llamas, el río Shiripuno se adelgaza hasta casi desaparecer. Lucen al sol sus playas pálidas como huesos viejos. Es un cauce tan lento, con tal número de vueltas y dudas, que con frecuencia cambia, entonces corta toda una curva y emprende nuevo rumbo. Así va olvidando a su vera infinidad de retazos de río donde el agua se empoza, enegrece de vejez y se puebla de boas y diablos. 80

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz