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su "habitat'' -pues la libélula no tiene buena estética fuera del agua estancada- al menos hasta poder poner a salvo en sus archivos los más mínimos detalles de sus vidas! Después tanto da, pues el fin es inevitable; la ciencia cumplió su redención al clavar con un alfiler esterilizado una tribu más en su colección de coleópteros. ¡Busquemos otra tribu antes de que sea demasiado tarde! ¿Los indios van a desaparecer? Seguro. Todos vivimos sin futuro. LE DICEN 'GRAN CUCHILLO' Antes de su aparición por estas selvas los runas sólo habían oído cosas semejantes en los relatos de los brujos curanderos y en esa otra hermosa hechicería llamada evangelio: los cojos andan, paladean de nuevo los ciegos sus auroras y los sordos distinguen sin un fallo el canto del paujil, resucitan los mordidos por serpientes. ¿Les bastan esas sefí.ales ohemos de esperar el más difícil todavía? Les ha sanado también de lalepra, porotro nombre leishmaniasis, ode ese otro diablo roedor de los pulmones; todos esos signos desconocidos y, sobre todo, el bisturí. Pues si los curanderos soplan, chupan, cantan o ahúman hasta extraer la chontapala del maleficio, este hechicero explora, inyecta, saja y trincha hasta expulsar a los demonios, así sea su nombre legión. Donde pone el ojo pone el bisturí-cuchillo. Es un brujo poderoso y como tal su fama lo mismo atrae a lejanos enfermos como hace temblar a los supai (espíritus) del mal. Por ello le otorgaron el título, sumacumlaude, "grancuchillo"; aunque todos conocen el nombre del yayapagri (padrecito): Manuel Amunárriz. 69

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