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1988 NUESTRAS VIDAS SON LOS RÍOS... Lo hemos creído a pies juntillas. Ríos precipitándose de un vuelo hasta el mar "derechos a se acabar y consumir". Al menos según esa metáfora básica no sólo en los manuales de poética, sino también de filosofía y, por supuesto, de ascética omística. En la cultura occidental todo pasa o fluye en el transcurso de los días. Y la vida, de tan breve, se va en un soplo. Sinembargo, paraun indígena amazónico esa retórica no tiene sentido, de la misma forma que no es importante el calendario laboral o la Cocacola. Acálos cursos de agua no solamente son interminables sino que no corren, se deslizan. El Amazonas camina durante 7.000 kms. y por desnivel tan imperceptible que las mareas se acusan a 1.000 kms. de la desembocadura. Con algo de estupor puede comprobarse que el gran río va a la bartola, a ratos se detiene, e incluso por momentos llega a retroceder. Por tanto, ahí tienen toda una concepción vital itinerante puesta en suspenso, cuando no varada. Es que los ríos amazónicos muchos días son tan indolentes y tortuosos que más parecen una sucesión de lagunas. Si esto es algo más que un mero juego de palabras nos lo advierte el viejo hechicero secoya: - El tiempo no existe, tampoco el apuro. Todos los días amanece. Ycallamirando ese río impasible, tan sin tiempo que parece encantado. El cauce es un lecho de arena que el agua cuenta en un susurro. Le digo al anciano que hay gentes en mi tierra obsesionadas porun puñado de esa arena. La encerraron en un reloj transparente y miran cómo gotea implacable. A eso le llaman el tiempo. 5

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