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Con lo cual llegó de nuevo donde mí el magistrado aunque con la color algo quebrada. - ¿No habrá puesto de policía aquí? -me espetó. - En Coca lo encontrará, señor. - ¿ Y la marina? - En el mismo sitio o en Tiputini, seis horas a motor río abajo. - ¿Y sin respaldo cómo voy a imponer la ley a estas gentes? Al faltar la fuerza los lugareños no me van a respetar. A mí me dijeron que éste era lugar ordenado, inclusive con una casa a disposición de mi familía. Esto dijo ya confuso y pareciera que se le templó en parte la gana que tenía tan grande de ser gobernador de esta ínsula. Y traído por fuerza de la situación a mandamiento, se desahogó narrándome sus cuitas. Que él había sido bachiller y aun profesor, pero todo lo dejó por la política por ser la docencia negocio harto sufrido (y oficio que no da de comer a su dueño vale dos habas). Apuntado a la Lista 6, la del León, el viento sopló de popa durante esos años y en tres se le pegó más plata que en diez de bachiller. (Considere vuesamerced si no era industria provecho– sa y buena sombra la que me cobijaba). Mas ahora se volteó la tortilla con el triunfo de la '12' y a los antiguos cargos nos sacan a puntapiés (que teniendo mando y palo hace uno lo que quisiere). En tal extremo acudí al Gobernador, mi buen compadre, quien supo decinne que las buenas tetas estaban todas con dueño, pero rebuscando en el mapa halló esta Parroquia que dijo era algo apartada, pero bien asentada y de gran porvenir. (Como anillo al dedo le calzaba lo de Insula Barataria pues tan barato se le había dado el gobierno). Tales razones desgranaba mientras daba buena cuenta de las viandas que servían las monjitas, sin hacerle de menos a plato alguno. ¿Podría hacerle creer algúnPedroRecio que los manjares pocos y delicados avivan el ingenio que era lo que más convenía a las personas constituidas en mandos y oficios graves? A fe mía que lo dudo, tal era su apetito y a más que todo parecía sentarle de tres pistones. 67
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