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vejez. En cambio Lucas dispuso muy pronto de una escopeta de chimenea y, de creerle, consiguió tantos colmillos como el que más. Ganó también buena plata vendiendo las pieles a los peruanos, pues en ese tiempo se cotizaban. Aunque ahora es raro ver en las noches los ojos del tigre, amarillos, brillando como cocuyos, entonces eran muchos. Lucas ha visto a los grandes motelos -la única carne de la selva a salvo en su caja de seguridad– desbaratados por las feroces dentelladas de esos salteadores. Algo increí– ble. Nada se les resiste a los grandes tigres y, más de una vez, surcando en la noche, los navegantes penaban por no poder aventurarse en unas riberas donde los rugidos crecían entre las sombras. Pero oigan Vds. lo que a pocos, fuera de Lucas, les ha sido dado ver. Un día, mientras andaba de cacería, oyó un extraño rugido. Desde luego se trataba de un tigre, mas lo extraño era que o mucho se equivocaba o el gran señor estaba en apuros y aun pedía auxilio. Se acercaba sigilosamen– te cuando, al oírlos gruñidos y el implacable crujir de cientos de colmillos, comprendió. El tigre rojo había atacado a una huangana pero, antes de rematarla, la manada de cerdos lo había cercado forzándole a saltar a lo alto de un tronco medio podrido. Sólo arbustos sin cuerpo tenía alrededor y al cazador se le veía asustado. Volvían las huanganas a hozar en las cercanías como olvidadas del tigre, pero si éste intentaba saltar a tierra todas se le venían encima enfurecidas, atacando el árbol, haciendo de leñ.adores sus colmillos. Quizá el tigre era joven porque Lucas le sentía en el rugido una voz llena de zozobra. Parecía cosa de no creer, pero el animal estaballamando a alguien y se le veía cadavezmás nervioso y empavorecido. Al fin, aprovechando que la manada parecía engolosinada con unas raíces, el tigre saltó de nuevo intentando escaparpero las huanganas se le vinieron a bulto con tal ira que, aunque intentó de nuevo resguardarse en el tronco, la furia de la acometida lo derribó y el señor de la selva fue despedazado en un verbo. Lucas dice 11 ¡Así pasó ante mis ojos! 11 , escancia otro guarapo y sigue. 57

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