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Aguas abajo, el Comando Yasuní despliega orgulloso su lema: "Para el soldado de selva son: la única fe: la Patria, el único afán: el sacrificio, la única meta: el Amazonas". Al llegar al Destacamento Ballesteros el misionero coincide, vaya por Dios, con el advenimiento de las visitadoras. Los soldados las están recibiendo tal que las abejas a las primeras flores primaverales. No podía ser de otra fonna; para ellos el tiempo en la selva se mide con la soledad. En esto, aparece el teniente de tumo y, dirigiéndose a la menos madura de las sefioritas, finge una reverencia como pidiendo bailar un minué. El centinela apresura la revisión de nuestros documentos queriendo vemos lejos. Por un momento coincidimos soldados, indígenas, misioneros, colonos y consoladoras; algunos de los protagonistas más típicos del drama amazónico. Faltan, naturalmente, quienes manejan los hilos de tales personajes. Según es sabido hasta en las mejores batallas hay una tregua y los guerreros se envían de trinchera a trinchera cigarrillos, licores o fotografías -preferemente femeninas- para elevar el ánimo. Por tanto a nadie debe extrañar que nuestros soldados se midan hoy en la cancha de futbol con los enemigos peruanos, intercambien pelotazos y, después sefioritas. En ambas guarniciones serán -en lenguaje del medio- pasadas por las annas muy amablemente. No en vano campea en la defensa del fortín peruano de enfrente el solemne pasquín: "¡ Hasta disparar el ultimo cartucho!". LOS TETETES En la tradición oral secoya se recoge la existencia de un grupo numeroso, de idioma semejante al suyo, que mantenían una actitud hostil a todo contacto con personas de fuera. Les llamaron 'gentes de monte, airopai', pero el nombre con el que se les ha conocido procede de los 55

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