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- 70.000 sucres. Caí mira para arriba, pues esa astronómica cifra ha de volar para él como una pava o un paujil; al fin encuentra la comparación adecuada. - ¿Como motor? - Sí, casi como un motor fueraborda. Ríe con ganas, seguramente complacido porlas absurdas valoraciones de los cohuori, mientras yo admiro con antelación la imagen de un huao armado con dentadura de quita ypon. Enseguida Cai mantiene suspendida por el aire su primera pirafia; Heriberto yyo sacamos otras casi al tiempo. ¡Qué vitalidad tan feroz la de estos pescados que saltan en la canoa como imposibles mariposas plateadas, rojas, azules, concentrando su última vida en la mandíbula serrada yen ese ojo encendido e insistente de animal voraz! Gimen también, gimen con fuerza aun después de que el machete atraviese sus branquias. Por su parte Heriberto zafa asu presa del anzuelo y, paraestupefacción mía, introduce la cabeza de la pirafia dentro de su propia boca. Por un momento no se sabe quién se adelantará a morder. Pero el runa da una dentellada profunda y la pirafia, tras lanzarle coletazos al rostro, queda casi inmóvil, espantados sus ojos. Sin duda hasta ese momento nunca había oído de otra especie más agresiva que ella. - Heriberto, ¡dientes de tigre! -ríe Caí batiendo sus encías. YACATA Hijo de Cai y Huiyacamo; su nombre significa cucaracha. Lo encon– tramos en Ahuemuro. - Vine desde la compafiía (petrolera) caminando por el monte, solo. Ni machete llevaba, ni tapa (lanza) o escopeta. Demoré tres días, dormir no hice casi. Ayer, junto a una quebrada, me topé un tigre; era grande pero 52
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