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usted a saber por qué capricho, no aguantan lo suficiente. Eso pasa. UNA NIÑA LLAMADA COYA Tiene seis años y la piel indígena del color o país de la canela. El Registro Civil ecuatoriano no admite el nombre hasta que no se civilice y llegue a ser, por ejemplo, Gladys, Jenny o Elizabeth. Pero acá todos le llamamos Coya, como a la palmera salvaje. Porque tiene el talle fino y los elegantes movimientos en el aire que le saluda en la ribera donde las palmas coquetean. Pero, además, Coyaluce unos ojos profundos, oscuros y espejeantes como lagunas que son la envidia de las palmeras. TIGRES DE RÍO Parece que los secoyas han llamado así a los leones marinos que un día, largo como miles de años, se quedaron acá, en el antiguo lecho del mar amazónico enseñándose progresivamente a la inéditadulzura de las aguas. Estos bellos animales aportan a las leyendas indias escalofríos de terror. Solían surgir por esas bocas ávidas de los ríos que son los remolinos llegando desde sus cuevas en las entrañas de la tierra. Devoraban a quienes sorprendían en las orillas: mujeres preparando el cazabe; niños que jugaban a bufeos en las aguas... Sólo el ladrido de los perros o el espíritu de un hechicero poderoso podían amedrentarlos. En realidad son animales inofensivos, lo cual no es suficiente mérito para merecer el perdón o el desdén del hombre, el gran depredador. Cualquier motivo es bueno para el afán homicida de los homínidos a quienes el Creador puso en la tierra, según el dicho de los textos sagrados, para que acabasen la creación. En la ambigüedad de dicho propósito tuvo Dios su penitencia ya que quizá el hombre demore menos tiempo que la 48

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