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-Hennanos, dice el apóstol: en el principio existía el Verbo y el Verbo estaba junto a Dios. Y lo que es más maravilloso, el Verbo era Dios. Ante mi estupefacción Alfredo tradujo sin pestafiear tan indecible mensaje y así siguió de largo. Por más teología que largara el pastor, el muchacho no se achicaba sino que soltaba el trapo en secoya sin un titubeo. Amás de eso, dos detalles me tenían pasmado: que el intérprete redondea cada vez más su versión como respondiendo a una propia inspiración, la traducción se extendía más ymás; la otra era la jovialidad con que los secoyas recibían el aparentemente absurdo mensaje. Incluso cuando la sesión se demoró bastante, los indígenas escuchaban ahora con visible interés y variados comentarios. Por tanto el predicador se recreó en la suerte y terminó muy contento. Al parecer habíamos presenciado un nuevo Pestecostés, ¡no habíabarreras para elmensaje revelado, la palabra divina parte las piedras, descorteza las selvas!, ¿cómo no va ahacer agua los sesos secoyas? Más tarde, caminando con el inmutable Alfredo hacia su casa, le pregunté: - ¿Cómo hacías para traducir tan rápido?, ¿no era difícil ese sermón? -No. - ¿Se puede decir todo eso en secoya con facilidad? - Claro. - Y ¿de qué les hablabas? -Pues de cualquier cosa. Les contaba cómo había hecho hoy la cacería. Cosas así les iba conversando. EL TRUCO D. Pimbo ha muerto. Ni él, ni su familia alcanzarán a cobrar el bien ganado retiro; le faltaron apenas cuatro añ.os para llegar a la meta. En realidad no es que esté mal hecha la ley o que la edad exigida se ponga en un listón demasiado alto. Lo que sucede es que estos trabajadores, vaya 47

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