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almas fueron algo así como un campo de batalla para los misioneros del ILV y los de laMisión capuchina. Ellos presenciaban el combate con una exquisita neutralidad que también podía llamarse sentido común. Así recuerda la pasada cruzada Celestino Piaguaje: - En esa época los secoyas teníamos nuestra religión, era bien estricta. Cada noche de yajé iban a tomar dirigidos por mis tíos Femando yDavid. Tenían la cosa de decir que todos querían ir al cielo. Pero antes de los ritos las normas eran severas, no se podían comer algunas cosas: danta, por ejemplo. No era fácil ir al cielo. Aunque ya estaban los misioneros, tomábamos de continuo. Pero la gente decía: no estamos preparados bien para ir al cielo. Algunos decían que era necesario prepararse tomando miel de abeja y la traían. Otros querían tomar sólo jugo de maíz mezclado con caña. Pero no sucedía nada. Conozco mi religión. En mi familia se han sacrificado los hombres por ella; mi papá reunía diez quintales de yajé cada cinco meses y por eso tenía que sembrar y resembrar como yucales para ir al cielo. Los evangélicos nos decían que de tomar mucho yajé se envenena el cerebro ymuere. De tomar yajé continuamente se envejece pronto, decían. Todo eso para ellos eran obras del diablo, no debíamos curar tomando yaj– é porque así usábamos artes diabólicas. Llamábamos al diablo entre nosotros. El capuchino en cambio decía: dejen que les cure D. Femando, él sabe. Yo era joven y estaba confundido, ¿cómo es que todos quieren salvar la vida y pelean entre sí? No podíamos distinguir quién decía la verdad y cuál afirmaba lo que no era cierto. No nos dábamos cuenta. Yo no veía bien la diferencia entre las religiones. Yo era propiamente secoya, podía escuchar a todos sin contagiarme. Claro, nosotros no éramos seguidores de ninguna de las dos religiones que disputaban: evangélicos y católicos. Eramos inocentes. II. El intérprete Ya me había advertido D. Femando Piaguaje: - No se sabe por qué en esta época del año nos caen los predicadores. 45